«Algún día seré lo que yo quiero».
Mahmud Darwish
Cierro los ojos.
Observo la disposición de los sentidos,
el cristal empañado que impide las visiones,
el tacto inacabado que hace imposible los encuentros.
Sueño con emular un clamor de pájaros enmudecidos,
el sueño de un poeta, la calma de una sepultura.
Hay sueños que condenan al tiempo a la cadena del destino.
Nadie me llama por mi nombre.
Quiero llamarme por mi nombre.
Intento una última lectura: la densidad o la fortuna,
la voluntad o la ternura, la consistencia o el abismo.
Estoy dispuesto a abrazar la solemnidad del sacrificio.
Flamean banderas amarillas.
Cierro los ojos.
Cierro los ojos y miro.
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