Descifro el eco visual de las imágenes.
El armazón del espectáculo: el orden del progreso.
El cáliz de la abundancia se derrama sin sentido.
Miradas que se ciernen sobre el corazón de los mensajes,
la quietud del movimiento, la desnudez de los destinos.
Lo que acaece tiene el brillo de artificiales signos.
Lo que se calla es más significativo que lo dicho.
Hay que mantener la calma: llamar a las cosas por su nombre.
Confiar en el sueño que repara, en la opacidad que salva,
ajeno al discurrir de los prodigios, a la orla del enigma,
a la urdimbre que enmascara las amputaciones del tiempo.
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